Me han dejado su corazón...

Pequeñas,caricias,que,acompañan♥

El juego del ángel-C.Ruiz Zafón-

Acaricié y besé cada centímetro de su piel como si quisiera memorizarlo de por vida. Chloé no tenía prisa y respondía al tacto de mis manos y mis labios con suaves gemidos que me guiaban. Luego me hizo tenderme sobre el lecho y cubrió mi cuerpo con el suyo hasta que sentí que cada poro me quemaba. Posé mis manos en su espalda y recorrí aquella línea milagrosa que marcaba su columna. Su mirada impenetrable me observaba a apenas unos centímetros de mi rostro. El juego del ángel-Carlos Ruíz Zafón.

sábado, 9 de agosto de 2014

El mar de tus ojos.

El río no solo fluye en ti mientras que tus lágrimas sigan recorriendo mi piel desnuda. Es ahí donde yo querría ahogarme mil veces para ser auxiliada finalmente por tu boca. Tus dedos son esos afluentes que van a morir a mi espalda, mientras la brisa marina conforma esas olas de mi pelo. Forjábamos puestas de sol a nuestro antojo, propinando difusas pinceladas sobre el horizonte. Allí me encontraba como un barco anclado en tierra, como un marinero que ha llegado a buen puerto. Qué importan las mareas y sus subidas y bajadas si yo estaba amarrada a ti. Nos sentíamos tsunamis cuando chocaban nuestras bocas, ¡qué valiente rompeolas habría osado frenarnos! Apretaste mi mano como si nos fueran a separar las aguas, pero olvidaste que el mar siempre recuerda cada pisada en la arena. A mí ya no me gustaban los dulces, ahora solo quería la sal de tus labios.

lunes, 4 de agosto de 2014

¿Existe esa sonrisa?

Los ojos se cierran, el fuego se apaga, las sonrisas se desdibujan... Pero, ¿me dejas vivir para siempre en tu sonrisa? Prometo resistir el aire que soplen otras bocas, incluso si llegan a chocar vuestras almas. Será en esos momentos en los que mis suspiros te nublen la vista, en los que me cuelgue de tus pestañas y te fuerce a cerrar los ojos por un instante para que me recuerdes. Te obligaré a que rememores la sal de mis labios, las mareas de sueños que azotaban nuestros corazones, férreos como una roca hasta para mandar barcos de guerra al otro lado de ese océano que a veces se interponía entre nosotros. Con lo fácil que habría sido darnos paz en la trinchera del cielo, optamos por hacer la guerra en lo más recóndito del infierno. ¿Habré sido buena? ¿Lo habrás sido tú? Bueno, eso ya no importa. Aunque hemos inventado naves para llegar al espacio, yo aún me siento extraña en las lunas de tus labios...